lunes, 9 de marzo de 2015

Porno literal

Querido Lord Baley:


Es muy probable que a las mujeres también les guste el porno, de hecho puede que sea el secreto mejor guardado a la hora del té, la comidilla que solo se trata entre iniciadas cuando nadie mas que su logia escucha sus devaneos en lo que toca, o se toca.

Sin embargo, no es el porno que reseña en su portada un triangulo amarillo de obra y la frase men at work el que solivianta sus pasiones, no es esa industria siliconada y con mas espadas por centímetro de celuloide que una justa medieval la que da forma a sus fantasías, sino y aunque pudiera tratarse de un oximoron, el porno de autor.
Pero no me refiero con esto a tipos como Andrew Blake, cuya autoría  pasa por recuperar el cine mudo aplicado a la procacidad propia del genero, el uso de una fotografía nebulosa, [¿onírica?] o unos tacones que se alzan absurdamente por encima de cualquier posibilidad; tampoco a realizadoras como Erika Lust, que a pesar de su nombre artístico, se pasa las entrevistas intentando explicar la diferencia que hay entre lo que ella dice que rueda y el resto de la cinematografía masculina, lo cual nos lleva a pensar en la mayoría de casos que sabemos positivamente a quien se refiere, pero que no ha venido.

Cuando me refiero a porno de autor, lo hago al respecto de cada mujer como autora de sus propias fantasías, un genero en el que cada una de ellas es jurado, juez y parte, pero respecto del cual toma la distancia necesaria que resguarde su frágil moral judeo-cristiana, detrás de la cámara,mientras graba el placer en si mismo, mientras observa una pasión etérea, intangible, ubicua, la abstracción de una corrida tras otra de lo que en realidad es ella pero sin serlo, [¿se convierte el porno así en una categoría metafísicamente solipsista, o solo en algo mas fuera del alcance de nuestra compresión ?] en una orgía sensorial polimórfica propia del mismísimo T-1000 [ lo cual, a poco que lo piense, abre una serie de interpretaciones cuanto menos inquietantes en la relación existente entre un Terminador, y la petit morte que dicen los franceses]

Así las cosas, uno de los contenidos a los que se alude entre pasta y pasta, no es otro que la ubicación de la sección de novela erótica en grandes almacenes o librerías, lo cual constituye un epitome mas de la sutilidad femenina.

Efectivamente, querido Baley, si quiere esconder  algo, manténgalo a la vista de todos. Piense si no en esos denodados esfuerzos de los video-clubes de antaño por proscribir el porno, digámoslo así, de consumo masculino, por apartarlo de la vista de sensibilidades menores o susceptibles,  y el resultado que con ello conseguían: hacer dicha sección la mas reconocible de la tienda.

Como ya podrá imaginar, el éxito de 50 sombras de Grey, es que presenta el porno en el formato correcto [algo que ya sabían Corin Tellado y Daniell Steel, por citar alguna de sus precursoras, que no obtuvieron el apoyo ni masivo ni mediano ni casi diría que ninguno por parte de unas editoriales que o no vieron el negocio, o no le echaron ganas]
El problema, por así decirlo, es que  esta pornografía se expresa mayoritariamente a través de un vinculo exclusivamente onanista para con el señor Grey; esa dominación, ese sadismo, ese masoquismo, resulta únicamente plausible mientras es mr. Grey quien lo acomete, lo cual viene a desmoronarse estrepitosamente cuando se deja el libro en la mesilla de noche y se echa un vistazo al otro lado de la cama. No se preocupen chicas, es lo mismo que sucede a los hombres después de enviar unos mails a ultima hora de la noche.
Cincuenta sombras de Grey resulta divertido cuando las ficciones que presenta están sometidas al control y la distancia de la lectura, pero ni de coña cuando se plantea llevar a cabo ni una sola de sus proposiciones, mucho menos sin los lujos que rodean la vida de su protagonista, lo cual confunde a maridos, novios y amantes que ven en esos tres inocentes cachetes de anoche la brecha moderna de su matrimonio, cuando no una denuncia en el juzgado de guardia.

¿Podemos afirmar entonces una cierta intelectualidad del porno femenino, sobre la denodada sudoración del masculino? 
Realmente esta es una reducción simplista  y aprovechada del asunto, sobre todo en unos extremos en los que no conviene ningún tipo de reducción, y hasta tergiversada, si tenemos en cuenta los mecanismos que activan la libido en unos y otras.  Podríamos decir sin ningún género de duda que la literatura erótica, se piensa por y para mujeres, y que no espere encontrar este tipo de libros dirigido a pornógrafos heterosexuales. Podríamos decir que los hombre tendemos a eyacular sobre el objeto de nuestro placer, lo cual explica a) la frase anterior y b) la dificultad de fijar la mirada en la lectura mientras uno se apuñala. Pero si de veras quiere una respuesta sin ambages, le diré que es tan posible encontrar rasgos intelectuales en una novela erótica, con toda su literatura, que la tiene, como absurdo sería buscarla.

Y el fracaso de la película, o al menos el origen de las discordancias opuestas a la misma, no tienen tanto que ver con la inclusión o exclusión de unas u otras escenas, o el tratamiento de la trama en su necesaria adaptación cinematográfica, sobre todo si tenemos en cuenta que es un hombre quien la dirige, si no con la corporeizacion visual de aquellas construcciones privadas, personales e intransferibles, y que ahora se muestran homogeneizadas, equiparadas, interpretadas y acomodadas a una generalidad que no reconocen y con la que no se identifican, [vamos, la eterna comparativa en la que siempre sale perdiendo la película] algo a lo que el sector masculino no presta la mas mínima atención, centrados en una experiencia sensorial de la que aprenden y se alimentan.
¿Quiere esto decir que los caballeros no tienen imaginación para el porno? No, quiere decir que los caballeros no leen porno.


Sin otro particular


Casey Rossfield

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