Querido Lord Baley:
Lo más sonrojante de la nueva
entrega de la saga Star Wars no es
ver como el denominado nuevo genio de la cinematografía actual J.J. Abrams
lleva a cabo un plagio casi plano por plano del capítulo IV, habida cuenta de
que ese trono holográfico ha sido concedido en buena parte por, quien lo iba a
suponer hace unos años, el lobby de presión más influyente en estos y en los
menesteres televisivos de hoy día: los
frikis.
Así que tampoco comentaré mucho
más de un tipo tan ruín como para saltar sin ningún rubor de una franquicia a
otra como es esta que nos ocupa y Star
Trek ( ¿ o es que ahora domina el friki ecléctico?), mucho menos cuando
debe su fama a una serie que plantea y resuelve lo que ya hizo Lynch en su
momento: nada.
No, lo más sonrojante, es ver el
ridículo casi obsceno al que es sometida la Primera Orden , tal y como fue
sometido en su día el Imperio, y no
me venga con el florecimiento del mismo a través de los capítulos I, II y III, por que usted, un servidor, y en general
cualquier persona de buenas costumbres
sabe que esos episodios simplemente no
existen.
Seamos sinceros. El elemento
sobre el que gravita esta saga es la llamada del lado oscuro. Ese es el señuelo
visual, estilístico e incluso me atrevería a decir que filosófico que llena las
salas de cine. Y me parece totalmente injusto que tal reclamo sea tan
inmisericordemente castigado una y otra vez, por una fuerza timorada y
pusilánime, desarrapada, insulsa y carente de cualquier atractivo, como si en
realidad todo se redujera al catecismo judeo-cristiano del mira pero no te
fijes; toca pero no sientas; prueba pero no saborees.
¿A qué entonces tanto esfuerzo por dotar al
mal de una cara tan seductora?
¿Acaso por ello el rock se ha
ocupado de reivindicar el estilo a
través de sus estrellas más rutilantes?
Pero entiendo como funciona el
negocio. Más aún si tenemos en cuenta que los estudios que producen El
despertar de la fuerza son los que son, y todavía podemos darnos con un canto.
Sin embargo hay muchas maneras de
hacer las cosas, tantas como para a) no
repetir los mismos esquemas, b) no repetir los mismos esquemas, y c) no repetir
los mismos esquemas.
Y si hay algo que no esperaba encontrarme en este episodio era otra estrella de la muerte, si, más grande,
más poderosa, más planetaria, pero al fin y al cabo otra estrella de la muerte.
A partir de ese momento no
tuve más remedio que relajarme y asumir a) que a Kylo Ren tarde o temprano le
cortarían la mano, b) que un negro que
no ha hecho otra cosa en su vida que entrenar como tropa de asalto tendría los
conocimientos de logística, arquitectura, e ingeniería necesarios para
desarbolar tan magna obra, y c) que como no, cuatro x wings mal contados dan para mucho más que todo un ejército.
Todo lo cual lleva a plantearnos
de nuevo a) como es que siempre les cortan la mano de las pajas, b) si acaso
los ingenieros del Imperio, ahora Primera Orden, son lo más inútil de la
galaxia hasta el borde exterior y más
allá y c) si el conglomerado militar, armamentístico
y de inteligencia de aquel y esta no presenta serias similitudes con las
actuaciones norteamericanas en Vietnam, Somalia o Irak.
Sin otro particular
Casey Rossfield