miércoles, 20 de noviembre de 2013

Who the fuck is Mick Jagger?

Querido Baley:



Como el handicap que puntúa a priori las capacidades de cada uno en el juego, que de antemano nos lleva a prever casi al detalle el resultado final de la tarjeta, golpe arriba, golpe abajo, o como el ranking boxístico que dibuja el castigo al que correspondientemente habrán de someterse los púgiles, golpe arriba, golpe abajo, de igual modo, tomando en consideración su carrera judicial, es de pleno derecho reconocer que probablemente sea usted el mejor abogado que conozco, aun cuando su único caso lo ganara por incomparecencia de la otra parte, golpe arriba, golpe abajo.

Y es así que me tomo la libertad de preguntarle por un tema delicado, a sabiendas que su sapiencia jurídica, sobradamente premiada, sabrá encontrar la respuesta que, satisfaciendo este derecho al que nos debemos, meta el dedo, a ser posible también, en la llaga de lo sentimental: ¿son vinculantes las promesas epistolares entre prometidos?

Evidentemente no me refiero a las mismas que realizadas durante el período de noviazgo tienen el castigo merecido de su cumplimiento durante el matrimonio, si no a esas otras que quedan en suspenso, olvidadas, esas que al juego entre señorías y letrados podrían entenderse circunscritas, o in aeternum, lo cual, no en vano, supone el quid de esta cuestión, en la persona y correspondencia que su muy estimado Casey Rossfield , yo mismo, mantuvo durante años con aquella cuyo nombre podría ser cualquiera.

Crea, aunque sólo sea en aras de la amistad que nos une, que no es este un tema baladí, por cuanto nos sometemos aquí al juicio no de los hombres, si no de la trascendencia, el karma y esas cosas, con la condena de por medio de una reencarnación que ajustara las cuentas en otra vida, o peor aún, mediante inopinadas desgracias cuyo origen, olvidado en despilfarrándulas de alcoba, estrellado cien y mil veces sobre la barra de un bar, no respondiera si no a esos votos inconcluso y solo a los mismos.

¿Por que acaso no es sólo un papel y una rúbrica lo que sella un pacto con instancias tales como un dios o un estado?; ¿acaso el pacto suscrito en plenitud de facultades entre particulares no obliga a los mismos frente al derecho?

Es por eso querido Baley que invoco por segunda vez su criterio, aquel que conforte mi espíritu y sugiera que todo va a salir bien, que no tengo por qué preocuparme, que no eran más que palabras sacadas de esas tarjetas que felicitan aniversarios, que en realidad no las sentía y entonces no cuentan, o que así fue pero que de ninguna manera me atan en tiempo o espacio. 
Dígamelo, aunque sea mentira, porque Sir Jagger dice que nuestras cláusulas 
no mencionan defensa al respecto.


Sin otro particular


Casey Rossfield