martes, 10 de junio de 2014

La vida sigue igual

Querido Baley: 


Hace uno días que terminó la temporada de fútbol en lo doméstico y lo europeo, y antes que comience el Mundial, es hora de ajustar cuentas con la memoria que la guarde, porque a la larga, y mucho más al respecto de lo que hablamos, lo es esta resultadista, cuando no se pierde, sin más, y es que efectivamente, cada vez nuestro recuerdo se cierne sobre acontecimientos de no más de un par de semanas, en un continuo proceso de desfragmentación, y liberación de espacio en el disco duro.

Así no es de extrañar que el periodismo deportivo hubiera olvidado ya por el mes de Septiembre, o si lo prefiere a partir del mismo día de la presentación de Carlo Ancelotti, el sistema de juego de Mourinho, y no porque el Real Madrid haya estado jugando exactamente a lo mismo toda la campaña, si quiere con las mejoras que el despertar de Benzemá, la aportación de Bale, la asunción de mando por parte de Módrich, y las apariciones de Isco han aportado al método, si no porque resulta, por otra parte evidente para cualquiera que no sea periodista deportivo, que el afamado, vitoreado, aplaudido, alabado, y todo lo que se le ocurra hasta la saciedad, etc., Atlético de Madrid, ha reproducido con una competencia pasmosa el planteamiento ideológico del portugués, con la diferencia de que el Cholo no sólo es más guapo y cae mucho mejor a los plumillas, si no que además es más listo en su relación con los medios, y vende su producto mucho mejor.

Pero en lo puramente futbolístico, el cholismo y el mourinhismo son las caras de una misma moneda: presión y empuje hasta marcar el primero y después atrás y a la contra, siempre sin descuidar la oportunidad de una jugada a balón parado, y repartir toda la cera que se pueda, ejemplo paradigmático de lo cual fue justo lo que usted pudo disfrutar en el Estadio de la Luz el sábado 24 de Mayo en Lisboa. 

Y sin embargo, y como si de Origen se tratara, hay una idea que ha ido calando poco a poco en el imaginario periodístico: el Cholo Simeone ha inventado el fútbol. Y lo que en lo deportivo fueron palos sin medida y durante toda su estancia en el banquillo merengue para el luso, son aplausos y algarabía para el argentino, que se escuda en el presupuesto para justificar una propuesta igual de rácana y cicatera, partido a partido.

Permita que me ría querido Baley. El presupuesto....Como si el Atlético de Madrid fuera un club pobre, de barrio, sin recursos; como si no hubiera 17 clubes en primera que venderían su alma al diablo, véase Mick Jagger, por tener el presupuesto del Atlético, o como si la vitrina del Calderón en los últimos años no desmintiera tamaña demagogia en su caso concreto.

Entonces, ¿cual es el problema? ¿Por que no admitir abiertamente la preferencia, el gusto por un sistema de juego de fuerza y oportunidad? ¿Acaso no vale? ¿Acaso está prohibido? ¿Acaso los medios…, y los defensas, y los delanteros, no justifican el fin? 
Por miedo. Ese temor atávico a la crítica cuando el juego de un equipo ganador, o de los llamados grandes, y el Atlético lo es pese a quien pese, se desvía del canon blaugrana de juego que desde Cruyff, pasando por Guardiola y hasta hace dos días, se ha instaurado por los media como el único con derecho, el único que merece ganar lo que juega.

Pero le diré una cosa: en el fútbol nada se merece y todo se gana, y por mucho que se empeñen unos y otros, la historia no le debe nada a nadie, y las finales, los partidos, se ganan, se empatan o se pierden. Punto. 
Y cuando dentro de unos años echemos la vista atrás, sólo los viejos empedernidos de este juego se acordarán de algo más, sólo ellos contarán la historia que esconden los números, la estadística, los resultados de búsqueda de google donde el resto depositó su memoria.

Y el Madrid que, ¿otra vez campeón de Europa?
Efectivamente Lord Baley, efectivamente. Y van ni más ni menos que diez, diez Copas de Europa de un equipo que no juega a nada, que por momentos se somete al carlettismo como una escisión del mourinhnismo pero con buen rollito en el vestuario, y que se va de rositas porque a todos les hace gracia la ceja freelance del italiano; que por momentos se deja llevar por el talento de su talonario; que por momentos se sume en un letargo de autocomplacencia que pierde ligas; que por momentos tramonta su indolencia y gana lo que quiere; en definitiva, que por momentos se parece a lo que siempre ha sido.
Porque el Madrid es un viento kamikace que cuando sopla dibuja la envidia de cualquiera, pero que en calma, deja jugar e incluso se somete.
Y no es de ahora. Repase si no algún que otro partido del Madrid galáctico, o incluso aquellos de la quinta del Buitre, y verá que el estilo que ha definido al Madrid al menos desde que usted y yo tenemos memoria, se basa más en lo anímico que en lo táctico, lo técnico, o incluso, lo presupuestario.
Pero sigue ganando. A veces más, a veces menos, pero sin parar de hacerlo, por que está en su sangre, es su estilo de vida, y no sólo una moda que retorna cada 20 años.


Sin otro particular


Casey Rossfield

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