Querido
Lord Baley,
Caímos
en la desesperanza absoluta del recuerdo cuando no a gusto con precipitarnos
sobre el abismo de la soledad, escarbamos más si cabe en un olvido que
imaginamos seguro, en la indigencia afectiva, mendigando afectos a falta de una
querencia propia de la que nunca tuvimos noticia.
Y jamás
pudimos sospechar la victoria en una batalla en la que nunca luchamos, quedando
por derecho circunspectos, y haciendo acopio, por su orden, de incredulidad,
renuncia y discos de Adele.
Sin
otro particular,
Casey
Rossfield.
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