jueves, 9 de agosto de 2018

Calienta la banda, que sales.



Querido Labressieur,


Me pregunta usted por nuestro secreto, la manera en que lucimos como caramelos a la puerta de las reuniones semanales del Club de Divorciadas de Bay-Side; el modo en que nuestros contemporáneos nos odian del brazo de esas jovencitas que se aferran a nosotros como el grumo a cualquier cosa, la desenvoltura con que podemos decir que un una garito está lleno de viejos cuando no hay más que gente de nuestra edad, y sinceramente creo que la razón por la que aun podemos y estamos para exigir, no es ni el deporte que practicamos, usted mismo es la viva imagen de ello, ni aquello a que nos dedicamos profesionalmente, una vez más es su figura epítome de referencia, y ni mucho menos los vicios que nos cobijan, donde usted tampoco tiene mucho que decir.

Lo que realmente nos mantiene en forma no es otra cosa que el elogio de lo absurdo, o si lo prefiere, el humor porque sí, ese que a muchos parece pesarles llegados a una edad, adquiridos unos votos o alcanzados según qué puestos.

Es eso, y su corolario, el interés por las cosas inútiles.

Y no se extrañe querido amigo, porque la vejez, es consecuencia ineludible de la falta de imaginación.


Sin otro particular,

Casey Rossfield.

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