sábado, 6 de septiembre de 2014

Yogur griego

Querido Baley:


El sexo anal puede convertirse en algo temible cuando al despertar cada mañana sabemos que al llegar a la oficina lo primero que hemos de afrontar es una reunión con el jefe; a menos que uno sea el jefe, claro. De modo que es ese  terror atávico a una violación vespertina lo que hace que tan noble agujero tema como a la muerte el pene de unos, el dedito de otras. Aunque no nos engañemos, al jefe también hay cosas que le dan por el orto, entre otras, seguramente que nosotros mismos. Vamos, que todos hemos sido esfinterizados alguna vez, aunque no nos hayamos enterado, o no queramos reconocerlo.
Así que el problema del griego, y no nos referimos al oriundo de tan insigne península, es la estigmatización a la que lo sometemos sin querer con cada referencia a situaciones más o menos desagradables, con cada expresión más o menos hecha. Y si no esta de acuerdo, que le den por el culo.
Sin embargo, igual que aceptamos como acertadas las indicaciones de fontaneros y electricistas en sus respectivos campos conforme  a su especialización, recientes encuestas entre las pornstar más avezadas ponen de manifiesto esta práctica de la que hablamos como de las más placenteras en este campo minado.
Pero lo dicho, a ninguna parte llegamos si en lugar de apelar a un romanticismo heleno, verbalizamos una ruptura fecal.



Sin otro particular


Casey Rossfield

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