martes, 1 de diciembre de 2015

Rockanrolla

Querido Labressieur:


Reconozco que llevo tiempo intentando justificar lo injustificable, dotar , aunque sea levemente de intelectualidad (léase igualmente intelecto) al rock que escuchamos, sometido como estoy a la abrumadora erudición de la música de cámara que destilan las tardes de los martes en casa de miss  Steakhouse, y note aquí que estoy haciendo lo posible por asaltar su alcoba.

Sin embargo, al compás de Barber, Bach o Pachembel, por citar algunos, y en un vano intento de dotar tales construcciones de la lírica de la que carecen, lo único que se me ocurren son composiciones absolutamente dípsodas u orgiásticas, habida cuenta de la excelsa temática que nos aglutina en la tralla y el headbanging . Y con cada  compás viajo en un tren nocturno, preparado para chocar y arder, y es que nunca aprendo, y querido amigo, aunque culta, el problema de la música clásica es el mismo que el del resto de estilos: el noventa por ciento de su partitura es un coñazo.

Hay quien dice que el rock (me encanta la credibilidad que el discurso de otros da a mis ideas) no tiene ni una pizca de intelecto en sus letras, y que las que se acercan resultan aburridas, pretenciosas, o tan decididamente enigmáticas que no sabemos si constituyen una categoría de por sí, o si de hecho aglutina las dos anteriores; que lo más parecido a la intelectualidad en el rock, al menos el que mola, tiene que ver con la conceptualidad mas que con otra cosa, aún cuando ni si quiera podamos afirmar si lo es por el sufijo de ambos términos, o por una cierta idea de totalidad en la estructura de un Cd, Lp, o cassette, la idea de un hilo conductor que proponga cierta homogeneidad, o sencillamente divida una historia en sus cortes correspondientes.

Con todo,el rock tiene mucho más que ver con las gónadas que con las neuronas, y aunque Zack de la Rocha posee un tono y cadencia ciertamente hipnóticos, no creo que ninguno de nosotros vaya, a estas alturas, a espera a que la furia contra la máquina nos cuente lo jodido que está el tema, a no ser, claro está, que andemos calentando motores para la subversión del proyecto Mayhem, y que quiere que le diga, pero como yo lo veo, el epítome de la intelectualidad en el rock, viene definido por el nombre de dos de sus grupos, AC/DC y Tesla, en lo que casi me atrevería a calificar como una conceptualización metafísica de la navaja de Ockham: en igualdad de condiciones, la respuesta más sencilla, es la más plausible. Y qué más da cual fuera la pregunta. Es sólo rock and roll, pero nos gusta.


Sin otro particular


Casey Rossfield

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